MENSAJE
DE NAVIDAD DEL SUPERIOR GENERAL
Fr Michael
Brehl
Solemnidad de la Natividad
“¡No
teman, les anuncio una buena noticia que será de gran alegría!”(Lucas 2,10)
Queridos
Cohermanos, Hermanas, Asociados y Amigos:
Con
gran alegría me dirijo a todos ustedes con motivo de la Navidad en este Año de
la Vida Consagrada. En su Carta Apostólica a todas las personas consagradas, el
Papa Francisco nos invita a ser “testigos de la alegría” – “La alegría del
Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”
(EG 1). Es ésta la alegría que se anuncia a los pastores de los campos de Belén,
y la señal es: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Sabemos
hasta qué punto este misterio de la Navidad ocupa el centro en la
espiritualidad de San Alfonso. Uno de sus escritos espirituales más conocidos
es su Novena de Navidad. Nos introduce en la experiencia más profunda del amor
de Dios conocido visiblemente en la Encarnación de la Palabra-Hecha-Carne. Dios
se hace hombre en Jesús para inflamar nuestros corazones a través del amor a
Dios. A los seres humanos les es difícil amar lo que no ven ni sienten, ni
palpan. Dios se hace hombre de tal forma que el amor de Dios llega a hacerse
visible y tangible. San Alfonso insiste en que Cristo vino como ser humano para
buscarnos, encontrarnos y conversar con nosotros como amigo.
Es
este encuentro con Jesucristo el que da “la buena noticia de una gran alegría”
que proclama el pasaje del Evangelio de Lucas en Nochebuena. El ángel es claro
– esta alegría es para todo el pueblo. ¡La alegría del Evangelio es para todos!
Es éste también el mensaje y el reto del Papa Francisco a todos los religiosos
y religiosas en este Año de la Vida Consagrada. En su Carta nos dice: “Donde
hay religiosos, hay alegría”. Se nos insta a irradiar desde el corazón de
nuestro testimonio y misión la alegría del encuentro con el Emmanuel, el
‘Dios-con-nosotros‘.
Creer
en la Encarnación, celebrar la Navidad, es proclamar de palabra y de obra un
profundo respeto por toda vida humana y por la entera persona humana. En un
mundo oscurecido por la violencia del odio y los prejuicios, la Navidad
proclama que Dios ama a todas las personas. En momentos como estos, en que los
fundamentalistas niegan todo tipo de consideración a quienes no están de
acuerdo con ellos, la Encarnación proclama que nadie puede ser sacrificado o
destruido en nombre de Dios.
Es
la alegría del Evangelio la que atrae a los demás a vivir los valores del
Evangelio. No podemos mostrarnos descontentos, ser misioneros tristes,
criticones ya que, como dice Francisco, “un discípulo triste es un triste
discípulo”. En los momentos de oscuridad por el sufrimiento, la injusticia y la
decepción ¿Podemos encontrar la luz de la alegría que revela el rostro de
Cristo? Cabe que la estrella de Navidad nos guíe hasta el Niño y, una vez
encontrado, haga que nos encontremos mutuamente los unos con los otros.
El
Papa Francisco espera de nosotros que “despertemos al mundo” convirtiéndonos en
especialistas de comunión, saliendo de nuestros “espacios de comodidad”,
evitando nuestras pequeñas rencillas y chismes destructivos. Id al mundo entero
– a las periferias, a los que han perdido la esperanza, a las familias en
dificultades, a los jóvenes y a los ancianos. Como dice San Alfonso, “si
quieres ser amado, ama”.
Este
Año de la Vida Consagrada es una maravillosa oportunidad para nosotros y para
toda la Iglesia. La fiesta de Navidad nos invita a encontrar, siempre de manera
nueva, a Dios que se hace humano para encontrarse con nosotros. Que la alegría,
que es un don del Espíritu Santo, invada nuestras vidas e irradiada por nosotros
enardezca la vida de cuantos encontremos.
“María
es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos
pobres pañales y una montaña de ternura” (EG 286). Que ella nos acompañe en
este itinerario de alegría y de esperanza.
¡Les
deseo una bendita y gozosa Navidad!
Su
hermano en el Redentor,
Michael Brehl,
C.Ss.R.
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